miércoles, 15 de abril de 2015

Consumo inteligente

Hace unos días hablábamos en clase de Ciencias Sociales del consumo inteligente. Si hacéis un poco de memoria hablábamos de cómo no tenemos que dejarnos llevar por modas y de escoger la opción más beneficiosa para nosotros, sin importar lo que escojan, digan u opinen los demás (no hay que hacer caso siempre a la publicidad). Recordad que hablamos de comparar, valorar las necesidades, pros y contras y escoger lo mejor y más beneficioso.
Pues bien, hoy quiero hablaros de unos productos que vosotros consumís a diario y que en las últimas semanas no consumís de manera inteligente. Se trata de las palabras.
Últimamente con algunas excepciones los profesores escuchamos en los patios, filas, entradas, salidas y conversaciones que tenéis entre vosotros, un lenguaje soez y vulgar, lleno de expresiones y palabras malsonantes, poco adecuadas para chicos de vuestra edad y para un centro educativo. Cierto es que os estáis haciendo mayores, pero el ser mayor no está reñido con el hablar bien. Es más a medida que nos hacemos mayores tenemos que hablar cada vez mejor, pues tenemos más recursos y mayor conocimiento del lenguaje.
Expuestos los hechos volvemos al consumo inteligente para analizar un poco mejor las opciones que tenemos:
  • Lenguaje soez. No siempre es gratis, pues puede traernos consecuencias negativas, castigos, notas, enfados, peleas, insultos... El uso de expresiones y palabras malsonantes disminuirá la confianza de los profesores en vosotros, algunos compañeros no querrar compartir juegos y experiencias, vuestras familias no se sentirán orgullosas..,
  • Buenos modales (por favor, perdona, buenos días, gracias...). Son siempre gratis. La gente con la que nos relacionamos se sentirá más cómoda con nosotros y nos tratarán mejor, se nos valorará positivamente, contribuiremos a que el clima de trabajo o juego sea mejor, aumentará la confianza de los profesores hacia vosotros y haréis más actividades, vuestras familias se sentirán orgullosas...
Una vez analizadas las opciones ahora solo queda elegir entre las dos opciones posibles: consumir inteligentemente o pagar más por algo mal visto socialmente y menos valorado laboral y académicamente.

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