El pasado viernes, celebramos Halloween en clase de Lengua leyendo las historias que todos los alumnos prepararon para este día. Ambientamos la clase oscureciéndola y con algún que otro adornos que sumado a la vestimenta que traían algunos alumnos daba un poco de pavor.
Entre las historias escritas elegimos la de Rubén Rojas Maganto, que además de bien escrita, estaba contada excepcionalmente, como podéis comprobar en el video de más abajo. Os dejo la historia y un fragmento de video para que disfrutéis de este gran escritor.
LA HISTORIA DEL CASTILLO
Hace, hace mucho años, cuando yo ni siquiera había nacido, en el castillo del Conde Drácula, donde vivían todo tipo de monstruos, desde el pequeño murciélago hasta el terrible fantasma, ¡no estaban permitidos seres humanos! de lo contrario ahora no os lo cuento porque tengo miedo, ya os lo contaré más tarde.
Ahora si os lo cuento. Lo prohibido sucedió. Un día, por la noche, se escuchó un sonido de fondo, todos se preguntaron qué era ese ruido, ¡era un ser humano! Rápidamente los monstruos se agitaron, sintieron miedo, pero fueron valientes como nuestro protagonista, el ser humano. Pero de poco le sirvió, porque le metieron en las entrañas del castillo. Empezaron a investigar sus ropajes, su mochila y su interior. A lo largo de la noche le echaron a las ratas del castillo, en las mazmorras.
Ellas empezaron a olisquearle de manera repentina, de forma que le quitaron la ropa, le quemaron en la hoguera, pero por raro que parezca, sobrevivió.
Tendrían que crear otro método. Fue el de ... cortarle el cuello. Tampoco funcionó. Se cayó al suelo. Todos decían que ¡era raro, nadie es capaz de soportar tantas torturas! pues él sí.
Ya era el último paso hacia la muerte,¡le iban a clavar una estaca en el pecho! ¡No salió con vida! Pero debió de morir con orgullo, porque miles de monstruos le intentaron matar, ¡al tercer intento!, que vergüenza por parte de los monstruos, ellos son unos especialistas.
La tragedia siguió,, le quemaron y se comieron sus cenizas por porciones y lo que sobró para las ratas La historia terminó, pero no fue la última víctima. El 1 de noviembre de 1615, es decir, el día siguiente del suceso, todos se durmieron en un sueño eterno, cayeron como un árbol recién talado. Todos regresaron a sus tumbas en un pleno descanso y desde ese día podríamos decir que el cuento terminó por mucho tiempo.
Esperemos que no se despierten, ni nos atormenten a todos los existentes, como al chico del cuento.
Al final todos fueron felices y comieron sangre, menos el chico, al que no le dio tiempo ni a llamar a la puerta de su casa porque murió.